A la hora de solucionar cualquier problema, acertar a la primera es bastante difícil, a no ser que la solución sea obvia. Pero cuando no hay una solución clara, el problema está para aprender, lo cual a veces no se comprende y saca de quicio. Pero el aprender a solucionar problemas lleva consigo el equivocarse muchas veces y en esas equivocaciones se aprende, se realizan los cambios y se sacan conclusiones.

El proceso de observar, pensar, actuar y corregir es muy rápido para que la persona sea más eficiente según va realizando los pasos para solucionar algo. Y una vez que se tiene más experiencia, los pasos se van corrigiendo de una forma un tanto más liviana, menos abrupta.

Pero al principio es algo complicado y hace que la persona tenga muchas dudas, piensa en la suerte, en los factores externos a él, en su contexto. Mientras que con la experiencia ya conseguida se asegura la confianza y la eficacia del proceso.

Mas nunca hay que estancarse, tanto al principio como al final y sobre todo en este último caso, se ha de investigar bajo el mono de la humildad para aceptar otras soluciones que puedan enriquecer.

Por tanto, como se dijo en otra entrada: ¡En marcha, acción, rodando! ¡Y si me equivoco aprendo! ¡Sin miedo! ¡Acción!